Contaminantes
Orgánicos Persistentes: Cloro
de José Santamarta
Introducción del tema en A-News # 32.
La química del cloro es la causa de muchos de los problemas
ambientales. Gases que contienen cloro, como los clorofluorocarbonos
(CFC) y los HCFC, destruyen el ozono estratosférico y son
potentes gases de invernadero, plaguicidas organoclorados como el DDT
(diclorodifeniltricloroetano) dañan la capacidad reproductiva de
numerosas aves, los PCB (policlorobifenilos) afectan a todo tipo de
peces y mamíferos marinos, el pentaclorofenol (PCP) provoca
graves daños a la salud humana.
El cloro en la naturaleza está en forma de cloruros, retenido a
través de fuertes enlaces, y una vez libre, es extremadamente
reactivo, uniéndose a átomos de carbono, formando
organoclorados, compuestos inexistentes en la naturaleza, razón
por la que los seres vivos no son capaces de descomponerlos.
La producción mundial de cloro asciende a unos 40 millones de
toneladas; EE UU, con el 29,2%, es el mayor productor. Japón
produce el 9%, Europa el 43,4%, Canadá el 4,1%, América
Latina el 5%, África el 1% y el 8,3%
corresponde a los países de Asia, exceptuando Japón.
El 40% del cloro en Europa va destinado a la producción de PVC,
el 26% a la fabricación de plaguicidas, el 10% a disolventes
(tetracloroetileno, cloruro de metilo y percloroetileno, entre otros),
el 6% para blanquear papel y textiles y el resto a otros usos, como
tratamiento de aguas (del 2,5 al 5%) y materias primas para la
industria química. La reducción del consumo de cloro para
la producción de CFC, plaguicidas, PCB y otros
productos ya prohibidos, es una de las causas que explica el bajo
precio del PVC, al haberse convertido éste en un
auténtico sumidero para los
productores de cloro-sosa; la solución más racional
sería producir la sosa
por otros medios que no requieran la producción
simultánea de cloro (la
tecnología existe), y dejar de producir cloro.
La incineración de plásticos como el PVC produce dioxinas
y furanos,
y el PVC está presente en todo tipo de residuos, ya sean
industriales
o domésticos.
Del 1 % al 5 % del cloro, según los países, es utilizado
para potabilizar
el agua, siendo éste uno de los pocos usos admisibles del cloro,
aunque
existen alternativas. Entre las ciudades europeas que ya no usan cloro
para
tratar el agua están Amsterdam, París, Berlín y
Munich. La desinfección
del agua puede realizarse utilizando ozono, la radiación
ultravioleta combinada
con agua oxigenada, y en general con la prevención y
eliminación de la
contaminación del agua.
Blanqueo del papel
El blanqueo del papel y los textiles puede ser realizado sin el empleo
de cloro. Hacen falta de 30 a 80 kilogramos de cloro para fabricar una
tonelada de pasta kraft. Un 10% del cloro empleado en el blanqueo
termina
reaccionando con las moléculas orgánicas de la madera,
formando organoclorados, para pasar a los vertidos de la
fábrica. Las fábricas españolas emiten
de 3 a 8 kilogramos de AOX (Halógenos Orgánicos
Absorbibles) por cada tonelada
blanqueada.
Los AOX miden la cantidad de los organoclorados presentes en los
vertidos finales, pero no su peligrosidad; en el proceso de blanqueo se
llegan
a formar hasta 1.000 compuestos organoclorados, aunque sólo han
podido ser identificados unos 300. Entre las alternativas propuestas y
desarrolladas al blanqueo con cloro está la
deslignificación con oxígeno, el empleo
del agua oxigenada (peróxido de hidrógeno) o de enzimas
naturales y biodegradables.
Igualmente existen alternativas a los plaguicidas clorados
(rotación de cultivos, control biológico de las plagas,
plaguicidas naturales) y a los disolventes clorados (métodos
mecánicos, agua, disolventes naturales).
El disolvente percloroetileno, empleado para la limpieza en seco (dry
cleaning),
es cancerígeno, y su uso debe ser evitado a toda costa. Las
pastillas para
desinfectar el inodoro contaminan de una manera innecesaria e
irresponsable
con organoclorados las aguas residuales.
Policloruro de vinilo (PVC)
Al reducirse el consumo de cloro para la producción de productos
peligrosos como el DDT, el lindano, los PCB y los CFC que destruyen la
capa de ozono, el PVC se convirtió en el sumidero para los
excedentes de cloro.
Hoy el PVC consume ya el 40% del cloro producido en Europa. Igualmente
asistimos a un proceso de deslocalización de la
fabricación de los productos más tóxicos, como el
dicloroetano de etileno (EDC) y el monómero de cloruro
de vinilo (VCM), materias primas del PVC, hacia países como
Brasil, México
y Venezuela, y en los últimos años hacia los
países de Europa del Este.
El PVC no se biodegrada y su reciclaje es un mito sin base real, por la
gran variedad de productos con muchos aditivos diferentes, algunos muy
tóxicos, aunque se reciclan algunas cantidades ridículas
y a un coste
prohibitivo sólo por razones de imagen; la industria pretende
crear la
imagen de un material ecológico y que puede ser reciclado.
La producción mundial de PVC es de unos 20 millones de
toneladas. En Europa el 8% del PVC se consume en botellas de aceite y
agua mineral, el 17,4% en film y láminas, el 27,8% en
tubería, el 21% en perfiles y
mangueras, el 8,4% en cables, el 5,1% en suelos, el 4,1% en
recubrimientos, el 0,3% en discos y el 7,9% en otros usos.
La totalidad de los usos del PVC son fácilmente sustituibles por
otros productos y materiales, como vidrio, caucho, metal, madera u
otros plásticos menos tóxicos, como el PET
(Polietilentereftalato), el polipropileno
o el polietileno.
Del Informe "Por un futuro sin Contaminantes Orgánicos
Persistentes" de José Santamarta, Director de WorldWatch.
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